miércoles, 6 de octubre de 2010

ASESINO.

¡LO MATÉ!
Su sangre esparcida por todo lugar,rojo, rosado, no distingo color pues soy daltónico,
desde niño me recomendaron el uso de lentes y no quise utilizarlos porque me verían como tonto y los lentes de contacto eran de mucho valor para la economía de mis apoderados.
¡LO MATÉ!
Su sangre espesa, pesada. No tuve compasión, la furia se apoderó de mis manos que apretaron tanto que no pudo respirar libremente, la cabeza le di contra el espejo muchas veces, sus lágrimas, súplicas y gritos no me conmovían, tenia las piernas quebradas por la caída de las escaleras.
De rodillas frente a mí, me sentí victorioso.
¡LO MATÉ!
Su sangre roja, coagulada sobre el piso provocaron en mí satisfacción,
la sangre espesa y ahora seca sobre su rostro, incitaron en mí curiosidad,
su cuerpo tendido, sin fuerzas como para pedir perdón.
¡LO MATÉ!
Ya no le di más oportunidades. Aunque esta vez me juraba por su propia vida
que todo estaría a mi favor, no creí en sus palabras ni por un segundo
y le arranque la lengua.
Su quejido fue desgarrador.
¡LO MATE!
Mis manos manchadas de sangre. La ropa desgarrada y sin zapatos,
mi cuerpo con muchas heridas y cortes, cansado de tanta pelea en desigualdad,
fue locura transitoria por tanta mala suerte eterna.
¡LO MATÉ!
¿Cómo saber si triunfé? ¿Cómo saber si hice bien o no?
¿Cuándo el tiempo me dirá que perdí el tiempo?
¿Cuándo mis preguntas serán contestadas con las respuestas que quiero escuchar?
Dicen que el amor aún está vivo, que deambula sigilosamente esperando mi momento de debilidad y de amnesia y así de nuevo habitar en mi persona.
Entonces fue vano mi esfuerzo por matarlo.
¿LO MATÉ?
Al parecer lo dejé huir inconcientemente.
Dicen que el amor será más que mis ganas de no sentir.